El calor puede llegar a afectar a nuestros muebles más de lo que podamos imaginar. Los cambios bruscos de temperatura pueden llegar a producir grietas de considerable tamaño y difícil reparación, por lo que debemos evitar someterlos a los típicos altibajos, como puede ser ahora en la época veraniega. Debemos saber que la temperatura óptima para que la madera se mantenga en óptimas condiciones está entre 20 y los 24º. Todo lo que sea ampliar ese margen supone un riesgo para la conservación de nuestros muebles que puede desembocar en abombamientos, deformaciones o, en el peor de los casos, las grietas que comentábamos al principio.